LA DECISIÓN DE LA UNIVERSIDAD VERACRUZANA
Por
sorpresa tomó a propios y extraños la decisión, anunciada el pasado viernes por
la Junta de
Gobierno de la Universidad
Veracruzana , de excluir de su lista de candidatos a ocupar la
rectoría a Víctor Adolfo Arredondo Álvarez.
No
pocos directivos de medios de comunicación, académicos y políticos en la banca
ya se frotaban las manos pensando que, con el retorno de Arredondo a la
rectoría, retomarían privilegios perdidos, chambas soñadas o jugosos convenios
publicitarios.
Y
lo sentían así porque, aunque se niegue, Arredondo Álvarez era la carta con que
la clase política en Veracruz jugaba en la sucesión en la
UV. Desde los pronunciamientos de varios ex
rectores en su favor, hasta las referencias veladas que hiciera el propio
gobernador Javier Duarte sobre “el tipo de relación” que le gustaría llevar con
el próximo rector, era claro que Arredondo era el “gallo” de los políticos.
Esto,
a fin de cuentas, debió pesar en la decisión de la Junta de Gobierno, que lo
hizo a un lado y no lo incluyó en la lista de candidatos que el próximo 26 de
agosto habrá de acudir ante ese cuerpo colegiado a defender sus proyectos, con
base en lo cual se tomará la decisión final sobre quién dirigirá a la
institución de educación superior más importante del sureste mexicano para los
próximos cuatro años.
Merecimientos
académicos no le faltan a Arredondo Álvarez. De todos los aspirantes, era sin
duda el que contaba con los mayores reconocimientos externos por su trabajo.
Pero su filiación política es inocultable. Ha sido militante priista desde hace
varios años, lo cual fue más evidente a su paso por el gobierno de Fidel
Herrera Beltrán, en el que como funcionario estatal tenía un lugar en el
Consejo Político del tricolor en la entidad. Su independencia de criterio
respecto de intereses ajenos a la
UV estuvo siempre en tela de juicio.
Si
algo ganó la Universidad
Veracruzana con esta decisión, fue reafirmar su autonomía
frente a los intereses de la política y el poder. Todos los finalistas en la
carrera por la rectoría son académicos de reconocida trayectoria dentro la
institución, lo que garantiza que, al menos, conocen sus necesidades y pueden
tener una idea clara de cómo aportar soluciones.
Pero
ahora el reto es escoger el mejor proyecto, el que logre que la Universidad
Veracruzana se consolide académicamente, el que sea capaz de
bajar recursos para apoyar la investigación, mejorar la infraestructura y
elevar la eficiencia terminal de los estudiantes. Uno que resuelva los
problemas internos sin dejar de relacionarse con el mundo globalizado, que no
se encierre entre las Lomas del Estadio.
Porfirio
Carrillo Castilla, Manlio Fabio Casarín León, Sara Ladrón de Guevara González, Francisco
Montfort Guillén y Leticia Rodríguez Audirac –más allá de los supuestos o
reales padrinazgos que a cada uno les han querido colgar– tienen en sus manos
el futuro de varias generaciones de estudiantes, de investigadores, de
profesionistas. La responsabilidad que asumieron al entrar a la contienda es
muy alta. Ojalá que, quien al final sea el elegido o la elegida, esté a la
altura de las circunstancias.
Email: aureliocontreras@gmail.com
Twitter: @yeyocontreras
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