LA RAZÓN DE LA CRÍTICA

El ejercicio de la crítica es indispensable para hacer periodismo, le es inherente. Si un medio o un reportero renuncian a la crítica, se convierten en meros panegiristas, en instrumentos de propaganda política o comercial de gobiernos y empresas.
La crítica periodística cumple tres funciones: informa, orienta y educa a sus lectores y audiencias a través de la interpretación de los acontecimientos que narra o expone. Debe ser reflexiva, profunda y argumentada. Las filias y fobias de quien escribe deben ser hechas a un lado si se pretende una crítica equilibrada y, en lo posible, imparcial.
El escritor George Orwell, autor de las célebres novelas "1984" y "Rebelión en la granja", definió al periodismo como "publicar lo que alguien más no quiere que publiques. Todo lo demás son relaciones públicas". Y tal parece que el ideal de muchos políticos y gobiernos sería tener a su alrededor a un ejército de publirrelacionistas en lugar de tratar con los siempre molestos periodistas.
La crítica no gusta en los círculos de poder. Les molesta. Los políticos no creen que sea algo necesario para mantener la calidad democrática de una sociedad. Es para ellos un mal necesario que, si estuviera en sus manos hacerlo, desaparecerían, sustituyéndola por el halago fácil, la lisonja hipócrita y la genuflexión indigna.
Nunca han querido entender que las sociedades que cuentan con democracias consolidadas, se lo deben en gran parte a que en sus territorios existe un periodismo libre, que ejerce la crítica a plenitud, que incluso se equivoca en sus juicios, pero que no encuentra para su actividad mayor restricción que el respeto a la vida privada de terceros, la seguridad nacional, la dignidad y la integridad física de las personas.
Veracruz es uno de los estados de la República donde menos tolerancia hay para la crítica periodística. Diez reporteros muertos en tres años lo demuestra en forma macabra. 
Hay un arrogante maniqueísmo entre la clase política veracruzana que hace pensar a sus integrantes que quien no está a su favor, está en su contra. Que quien señala las pifias que cometen en su actuación pública los funcionarios y representantes populares es, invariablemente, un "enemigo" que actúa por consigna de alguno de sus adversarios.
Lo peor es que a falta de argumentos, los políticos responden a la crítica con diatribas, con infamias y calumnias, con amenazas y, en el peor de los casos, con ataques directos contra la intimidad y la seguridad de quienes desde la trinchera periodística ponen el dedo en la llaga de sus excesos.
Si esa clase política se comportara con probidad, no estaría expuesta a los señalamientos por corrupción. Si los políticos no malversaran los recursos públicos, nadie los llamaría ladrones. Si no otorgaran cargos en el gobierno a sus segundos y hasta cuartos frentes, pagados con dinero de todos los veracruzanos, no habría por qué exhibir esos actos de prostitución de la función pública.
Quienes creemos en la función social del periodismo y lo ejercemos con convicción, no como una manera de obtener favores del poder ni de lograr pingües ganancias a costa de lamer las sobras de las cazuelas de los políticos, continuaremos haciendo uso de nuestro derecho a expresarnos libremente, así manden a publicar mil libelos queriendo intimidarnos, metiéndose miserablemente en nuestra vida privada. Siempre obtendrán la respuesta que se merecen.
Si fueran un poco, sólo un poco, más inteligentes, se darían cuenta que aceptar y respetar la crítica los vestiría de gala. Pero está visto que prefieren los harapos de la zalamería que ensalza el traje nuevo del emperador, que anda por la vida mostrando sus miserias.
Allá ellos.

Twitter: @yeyocontreras

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