HOY, VERDUGOS; MAÑANA, RESES



Muy grave debe haber sido la “metida de mano al cajón” de Gabriel Deantes y Édgar Spinoso para que fueran prácticamente echados del gabinete estatal, con un lujo de saña que no se había presenciado a lo largo del sexenio con ningún otro colaborador de Javier Duarte de Ochoa.
Desde la mañana de este martes 18 de marzo, la noticia de su caída en desgracia prendió focos rojos en el ámbito político de Veracruz, sobre todo por las formas que, como decía el ideólogo priista Jesús Reyes Heroles, son fondo.
El periódico líder de plaza de la capital del estado llevó la “noticia” como su nota principal, sin firma, con información atribuida a “lo trascendido en fuentes bien enteradas”, en la que se daba cuenta del cese de ambos funcionarios, uno Subsecretario de Finanzas estatal y el otro Oficial Mayor de la Secretaría de Educación, porque “defraudaron la confianza del gobernador Javier Duarte de Ochoa, de ahí que haya sido ordenada su destitución”. A partir de ahí, fueron despedazados en redes sociales y portales de Internet.
Y en efecto, si había dos personajes cercanos al afecto del Gobernador de Veracruz dentro de la estructura gubernamental eran, precisamente, Gabriel Deantes y Édgar Spinoso. Ambos tenían derecho de picaporte en palacio de gobierno y en Casa Veracruz.
Gabriel Deantes estuvo al lado de Javier Duarte desde que éste despachaba como secretario de Finanzas y Planeación en el sexenio anterior, y llegó a ser uno de los más poderosos operadores financieros y políticos del duartismo, cuyo sexenio inició en la Oficialía Mayor de la Secretaría de Educación. Fue él quien armó la estructura paralela con la que el gobierno estatal operó las elecciones de 2012 y 2013, montada ésta en un edificio de su propiedad ubicado en la avenida Orizaba de la ciudad de Xalapa, donde además renta lujosos departamentos para funcionarios y políticos “prósperos”.
Edgar Spinoso estaba incrustado en la esfera gubernamental desde el sexenio de Fidel Herrera, al lado de su jefe y mentor Víctor Adolfo Arredondo Álvarez, de quien fungió como operador económico desde que éste fue rector de la Universidad Veracruzana y luego como secretario de Educación del estado. 
Spinoso fue incluso candidato a titular de la Secretaría de Finanzas al inicio de la actual administración, y aunque no llegó a ocupar esa cartera, fue subsecretario en esa dependencia y luego –en un enroque de cargos con Gabriel Deantes– regresó a la Oficialía Mayor de la Secretaría de Educación, la que maneja el presupuesto más jugoso del estado, y a la que usó como plataforma financiera y política para la malograda aspiración de Víctor Arredondo de volver a ser rector de la UV.
Y por ahí vendría precisamente la razón de su defenestración. Las irregularidades detectadas por la Auditoría Superior de la Federación por más de seis mil millones de pesos en la Secretaría de Educación habrían llevado a Deantes y a Spinoso al cadalso político, cuyos tiempos se aceleraron tras las severas críticas –consignadas en este espacio– que por ese mismo motivo profirió la semana pasada el empresario y presidente de la asociación Mexicanos Primero, Claudio X. González Guajardo, quien en un acto público hizo hincapié en la millonada que se había “perdido” en Veracruz.
Tanto Spinoso como Deantes –cuya “prosperidad” económica nunca se molestaron en disimular– controlaron en lo que va del sexenio la ruta del dinero federal en materia de educación, que primero llega a la Secretaría de Finanzas y después se suministra a la SEV.
Si como se manejó en la nota –claramente dictada desde palacio de gobierno– ambos “defraudaron la confianza del gobernador Javier Duarte de Ochoa”, lo que en los hechos equivaldría a que hurtaron el dinero de los veracruzanos, procede no sólo la destitución, sino que se les inicie un proceso para determinar su responsabilidad penal por el delito de peculado y los que resulten.
Pero cabe mencionar que no son ellos los únicos que se han ido “al agua” con los recursos públicos en este gobierno. Más de uno debe estar poniendo sus barbas a remojar –y sus amparos a tramitar–, pues sus ligas y compadrazgos con estos personajes en varios negocios y “enjuagues” podrían ponerlos en serio riesgo.
Aunque al observar los próximos nombramientos en el gobierno duartista, da la impresión de que lo que se castiga no es la falta de probidad sino, a lo sumo, la voracidad, y sobre todo, la falta de “talento” para cubrir los “rastros” de sus “travesuras”.
Como siempre, se cumple de manera inexorable una vieja sentencia de la política, aplicable para quienes abusan del poder: los verdugos de hoy, serán las reses del mañana.
No falla.

Twitter: @yeyocontreras

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