¿ALGUIEN GOBIERNA?
Fotografía: Oscar Martínez/AVC Noticias |
Tan grave como la deplorable situación financiera del
estado, es el evidente vacío de poder que impera en Veracruz y que, como
consecuencia, provoca inestabilidad e ingobernabilidad.
Parapetados en el pretexto de la veda electoral –que a lo
único que los obliga es a no promover obra pública ni logros de gobierno–, las
autoridades veracruzanas viven ausentes, alejadas de la realidad, mientras
fuera de las paredes de palacio de gobierno o de Casa Veracruz la violencia
crece.
Es tal la falta de liderazgo en el estado, que ya hasta
los funcionarios de gobierno protagonizan penosos enfrentamientos durante
eventos públicos, como el suscitado hace unos días entre el secretario
ejecutivo del Consejo Estatal de Seguridad Pública y ex secretario de Salud,
Juan Antonio Nemi Dib, con su sucesor Fernando Benítez Obeso, durante un acto
protocolario de homenaje al ex gobernador Rafael Hernández Ochoa. Ya ni
siquiera se molestan por cuidar las formas.
Ojalá esto fuera lo más grave que sucede en Veracruz.
Pero no es así. La ausencia de una figura que imponga respeto y autoridad no
sólo a sus subalternos sino a la población en general, ha traído como
resultante una escalada violenta que se aviva conforme se acerca la fecha de
las elecciones. Y eso que son comicios federales intermedios. Ni pensar lo que
vaya a suceder el año que entra con la sucesión en el gobierno estatal.
Por ejemplo, el miércoles 20 de mayo, fue acribillado en
la carretera La Tinaja-Ciudad Alemán el ex dirigente municipal del PRI en
Tierra Blanca, Luis Manuel Lara Muñoz, al ser interceptado por un comando
armado que huyó del lugar del crimen sin problemas.
Unas horas más tarde, ese mismo día por la noche, el ex
presidente municipal panista de Cuitláhuac, Ambrosio Borbonio Ame, era
ejecutado de ocho balazos mientras cenaba en compañía de su madre.
Y no para ahí el estado de violencia. En la zona sur de
Veracruz, la reportera del diario El Mañanero de la ciudad de Oluta, Susana
Leticia Arellano Narváez, en los últimos días fue víctima de amenazas y actos
de intimidación derivados de su actividad periodística, al grado que la Unión
de Periodistas de Acayucan publicó un desplegado dirigido al presidente de la
República Enrique Peña Nieto y, por protocolo, al gobernador Javier Duarte de
Ochoa, en la que hacen de su conocimiento los hechos y exigen detener los
asesinatos y desapariciones de periodistas en Veracruz.
Indolente, el Gobierno del Estado ni siquiera se ha
pronunciado sobre ninguno de estos hechos. Como no se trata de familias adineradas
ni de la “alta sociedad”, su dolor no los inmuta. Ahí no hay investigaciones
inmediatas ni detenciones fulminantes. Que se pierdan en el olvido. Y si protestan,
la criminalización de las víctimas será la respuesta oficial.
La decadencia natural de una administración al acercarse
al final de su periodo gubernamental, la pérdida de fuerza y de poder, en
Veracruz se adelantó al menos dos años. Junto con ello, el desprestigio de un
gobierno que no sólo no honró uno solo de los compromisos adquiridos desde la
campaña de 2010, sino que hundió al estado en la peor crisis económica,
política y de seguridad que se haya conocido en la época moderna de la entidad.
Lo más grave es que Veracruz es una peligrosa olla de
presión que puede estallar en cualquier momento, pues no hay nadie que controle
la válvula de escape. O al menos, no parece haber alguien en el círculo
gobernante a quien le interese.
Email: aureliocontreras@gmail.com
Twitter: @yeyocontreras
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