EL LEGADO
Fotografía: Lourdes López |
Cuando a finales de octubre pasado fue presentada la Fuerza Civil de Veracruz, la nueva corporación policiaca de la Secretaría de Seguridad Pública, el gobernador Javier Duarte de Ochoa declaró que éste sería “el legado más importante” de su administración.
Cuatro años después de haber asumido el poder, y tras una
marejada de violencia que ensangrentó a Veracruz, el gobierno estatal presentó
lo que presume como “un modelo ejemplar de combate a la delincuencia, mexicanos
con gran determinación y firmeza que hoy cuentan con tecnología de punta, mejor
infraestructura y armamento de última generación”.
La Fuerza Civil, según lo que dice en su página Web, es “un
agrupamiento de élite que representa lo mejor de los veracruzanos: honestidad, solidaridad, lealtad, compromiso,
progreso y vocación de servir. Es el resultado de la intensa
labor que el Gobierno de Veracruz ha venido impulsando a través del Plan
Veracruzano de Desarrollo 2011-2016, el cual tiene por objeto transitar hacia
una Institución de Seguridad Pública que se guíe por los principios de
legalidad, eficiencia, objetividad, profesionalismo, honradez y respeto a los
derechos humanos. Es la siguiente etapa en la estrategia de seguridad estatal: un enfoque prospectivo de seguridad ciudadana”.
Esta corporación, que tuvo como antecedentes otras
varias, como la Policía Estatal Acreditable, el Grupo Tajín, la Policía Vial y
el Agrupamiento de Proximidad Ciudadana, está integrada por poco más de dos mil
efectivos “que han pasado por los más estrictos controles de evaluación y
confianza, lo que nos da la certeza de contar con elementos comprometidos y
convencidos de que nuestro Plan Estratégico de Seguridad Pública es la vía que
le devolverá la paz y estabilidad a Veracruz”.
Según el secretario de Seguridad Pública del estado,
Arturo Bermúdez Zurita, los miembros de la Fuerza Civil “son gestores sociales
plenamente integrados e identificados por su sociedad y es el complemento
perfecto de la Policía Estatal de Veracruz”.
Sí. Bermúdez habla de esa misma Policía Estatal que, como
lo consignamos en este mismo espacio la semana pasada, ocupa el primer lugar
nacional en efectivos reprobados en exámenes de control de confianza, con 47.3
por ciento de los elementos policiacos estatales veracruzanos en “proceso de
depuración”, de acuerdo con el informe del Secretariado Ejecutivo del Sistema
Nacional de Seguridad Pública.
De esa misma policía que ha sido señalada por organismos
de defensa de derechos humanos y civiles como co-partícipe en el secuestro,
desaparición y asesinato de personas en Veracruz, como fue el caso de Gibrán
David Martiz Díaz, participante del programa televisivo “La Voz México”, quien en
enero pasado fue sacado de su casa por la fuerza por elementos de seguridad
pública estatal –tras una riña en un bar con el hijo de un muy alto funcionario
de esa dependencia– y que apareciera muerto y con señales de tortura días
después.
La misma policía que el 14 de septiembre de 2013
arremetió violentamente contra maestros, estudiantes, periodistas y transeúntes
presentes en la protesta contra la reforma educativa en la plaza Lerdo de
Xalapa, pues había que despejar el área para que el Gobernador pudiera dar el
“Grito” de Independencia al otro día.
En todos los casos, la que actuó fue esa misma policía
“moderna”, capacitada “científicamente” y formada en el modelo de brindar “paz
social”, y que a pesar de tener “blindadas” regiones como las de Coatzacoalcos,
Tuxpan, Papantla y Córdoba, es incapaz de detener a la delincuencia.
Si ser “el complemento perfecto de la Policía Estatal de
Veracruz” va a ser la característica de la nueva Fuerza Civil, desgraciadamente
nada bueno, ni mejor, podemos esperar de ésta.
Porque hasta ahora, el único legado de este gobierno es
la muerte y la impunidad. Diez periodistas asesinados y más de 500 personas
desaparecidas en este sexenio lo prueban.
Email: aureliocontreras@gmail.com
Twitter: @yeyocontreras
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