EL DRAMA DOBLE DE LOS FAMILIARES DE DESAPARECIDOS
Fotografía: Yahir Ceballos/AVC Noticias |
En Veracruz, los familiares de personas
desaparecidas enfrentan un drama doble: la búsqueda de sus seres queridos a
través de sus propios medios, ya que las autoridades a nivel federal y estatal
son indiferentes, omisas e interesadas; y las amenazas a su vida de las que
ellos mismos son objeto, sin contar con protección oficial real alguna.
Rufino Bustamante Rosique busca a su hijo
Cristo Bustamante Rincón, desaparecido hace tres años. Forma parte del
Colectivo Solecito de Veracruz y ha participado activamente en las labores de
búsqueda de restos humanos en fosas clandestinas en predios de Colinas de Santa
Fe, en el municipio de Veracruz, y a las afueras de Córdoba.
Este jueves 2 de noviembre, Rufino anunció que
había abandonado el estado luego de que unos motociclistas se presentaron la
noche del martes en su domicilio particular para advertirle que si seguía
buscando a su hijo, lo iban a “levantar”. Lo que en el argot criminal equivale
a ser secuestrado, torturado y asesinado.
No era la primera vez que Rufino Bustamante recibía
alguna clase de amenaza o mensaje intimidatorio. Pero sí la primera que se
atrevían a hacerlo en persona, afuera de su propia casa. No quiso esperar a que
decidieran dar el siguiente paso y prefirió irse.
El caso de Rufino Bustamante retrata el tamaño de
la indefensión y vulnerabilidad en la que se encuentran la mayoría de los
familiares de desaparecidos en Veracruz. A pesar de tratarse de activistas
reconocidos y supuestamente protegidos por el Estado, entendido éste como el
gobierno en todos sus niveles, cualquiera puede llegar a ellos, amenazarlos y,
si así lo desea, atentar en su contra.
Peor aún si, como en el caso de Rufino, se
pertenece a una organización como el Colectivo Solecito, que no ha sido indulgente
y sí muy crítica de las omisiones e inconsistencias del trabajo del gobierno
estatal y particularmente de la Fiscalía General del Estado en torno de las
investigaciones sobre personas desaparecidas, razón por la cual están
prácticamente vetados por el órgano encargado de la procuración de justicia en
la entidad. Como si lo que estuviera en juego no fueran crímenes de lesa
humanidad en los que el propio gobierno de Veracruz, en sus anteriores
administraciones, tuviera responsabilidades directas, de las que en la gestión
gubernamental actual no pueden desentenderse.
Tan lo saben, que esta misma semana a otro
grupo de búsqueda de desaparecidos le fue permitido el acceso a las
instalaciones de la Academia de Policía de El Lencero, en el municipio de
Emiliano Zapata, conurbado con la capital veracruzana, y en donde se presume,
gracias al rastreo satelital de sus teléfonos móviles, que en el sexenio de
Javier Duarte habrían sido llevadas personas que después aparecieron asesinadas
o de las que no se ha vuelto a saber absolutamente nada.
De acuerdo con un informe de la organización no
gubernamental International Crisis Group, que tiene presencia en los cinco
continentes, hacia febrero de 2017 se estimaba que en Veracruz habría, por lo
menos, dos mil 750 personas desaparecidas. Aunque organismos locales de
derechos humanos contabilizan cinco mil y en algunos casos hasta 20 mil, según
precisa este mismo informe. La magnitud de la tragedia que ha azotado a
Veracruz es inconmensurable, por donde se le quiera ver.
Y para los familiares de los desaparecidos, se
trata de un drama que amenaza con alcanzarlos a ellos mismos, por negarse a una
inadmisible e insoportable resignación a perder toda esperanza. Quizás, su
único aliento para seguir con vida.
Email: aureliocontreras@gmail.com
Twitter: @yeyocontreras
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