MENSAJES Y PACTOS


Del agitado fin de semana de la asunción al poder de Enrique Peña Nieto, se desprenden varias lecturas de lo que será el gobierno del retorno del PRI a Los Pinos.
En primer lugar, la respuesta de la fuerza pública ante las protestas por la toma del poder del nuevo presidente son signo de que la tolerancia con la disidencia será muy poca, si no es que nula, sin que esto justifique los actos vandálicos que se cometieron en el centro de la ciudad de México. Ni cercos como el de San Lázaro ni la actuación de grupos radicales son positivos para el país. Además, el sistema sabe muy bien como aprovechar estas circunstancias para justificar luego escaladas autoritarias. Ejemplos históricos sobran.
Por otra parte, la firma del llamado “Pacto por México” que tanto celebran los analistas políticamente correctos es apenas una carta de buenas intenciones que, además, es excluyente, pues sólo fueron convocados para tal efecto los tres principales partidos, PAN, PRI y PRD, y se ignoró a los demás que, bien que mal, a algún sector de la población representan. Los acuerdos cupulares como forma de legitimación política vuelven a la escena.
Otro mensaje que mandó Enrique Peña Nieto a través de sus primeras decisiones y acciones es que pretende ejercer el poder sin cortapisas ni contrapesos, y lo hizo patente en dos áreas fundamentales: la educación y las telecomunicaciones.
En el primer caso, la designación de Emilio Chuayffet Chemor como secretario de Educación Pública fue un puñetazo directo a la cara de la maestra Elba Esther Gordillo, quien no sólo no podrá mangonear a un títere como esperaba, sino que tendrá que bregar contra un enemigo como lo es el mexiquense. No hay que olvidar que Chuayffet fue el encargado de destronar a Elba Esther de la coordinación de la bancada priista en San Lázaro en 2003, luego de que la maestra pretendió sacar a como diera lugar la reforma fiscal de Vicente Fox, lo que la llevó a abandonar al tricolor al año siguiente y a formar Nueva Alianza.
Por si este mensaje no fuera suficiente, en su primer discurso como presidente, Peña Nieto anunció una reforma educativa que pase por reformas constitucionales, y que entre sus objetivos tendrá la eliminación de las plazas de maestro hereditarias, base de la fuerza de los liderazgos sindicales en el magisterio. Más claro, no podía ser.
Pero en el ámbito de las telecomunicaciones Peña Nieto también mostró que no piensa compartir el poder, al anunciar que se abrirá la competencia en la televisión abierta y en la telefonía. Ni más ni menos que en los monopolios más fuertes e infranqueables de México. Al parecer, como presidente Enrique Peña no pretende tener jefes ni estar maniatado por los poderes fácticos. A ver cómo le va con Azcárraga, Slim y Salinas Pliego.
Por lo demás, en cuanto a las formas y el fondo, el nuevo gobierno de la República se ve muy old fashioned, muy de rituales del priismo clásico. Veremos si ejercen el poder de la misma forma.

Twitter: @yeyocontreras

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