EL NEGOCIO DE LAS ELECCIONES
Fotografía: archivo |
De
manera hasta chusca, hay una enorme disputa dentro del PRI veracruzano por las
candidaturas…a las regidurías de los próximos ayuntamientos.
Es
tal el descrédito en Veracruz del priismo tras el infame sexenio de Javier
Duarte, que las antes codiciadísimas candidaturas a las presidencias
municipales han sido, en su mayoría, desdeñadas por los militantes de ese
partido, ante la certeza de que no hay nada qué hacer en un escenario de
inminente derrota.
Sólo
uno que otro “valiente”, o quizás le quedara mejor el término de despistado y
hasta de osado, se ha atrevido a aceptar las nominaciones a las alcaldías
representando a un alicaído partido tricolor, que en este momento se ubica en el
tercer lugar de las tendencias. Y eso, siendo optimistas.
En
cambio, obtener uno de los primeros lugares en las planillas de regidores se ha
convertido en una lucha encarnizada, que anteriormente sólo se veía en partidos
como el PRD, que fue como logró mantenerse a flote a través de sus múltiples
etapas de decadencia. La actual incluida.
Ir
en el primer lugar, quizás hasta en el segundo de la lista de candidatos a
ediles, garantiza un espacio en el Cabildo municipal por el que se compita. Y
el derrumbe del PRI en las preferencias electorales en el estado de Veracruz ha
llevado a varios de sus militantes “distinguidos” a pelear por algo que antes
desdeñaban y le dejaban a líderes de colonias, de organizaciones y sindicatos
locales.
Sólo
que también en eso cambiaron las reglas del juego. Esos espacios se están
reservando no para los cuadros con trabajo político o con trayectoria
partidista. Ni siquiera con prestigio, si es que quede alguien que lo tenga. Quienes
van a ser nominados serán quienes representen algo económicamente. O sea,
quienes puedan pagar.
No
es que esta práctica sea nueva. Desde hace mucho, los partidos políticos y las
elecciones en los diferentes niveles se han monetarizado de manera gigantesca.
Son un colosal negocio al que solamente pueden acceder quienes cuenten con los
recursos suficientes para costear campañas multimillonarias.
Un
ejemplo claro de ello es el municipio de Xalapa. Es prácticamente un hecho que
el primer lugar de la planilla priista le sea otorgado a Justo Fernández
Garibay, integrante de una acaudalada familia para la cual la política es una
cuestión de “derechos de estirpe”, y cuyos únicos merecimientos son los
financieros, pues no cuenta con trayectoria partidista alguna. De hecho,
Fernández Garibay fue diputado plurinominal y dirigente estatal del Partido
Verde por los mismos motivos por los cuales ahora llegaría a ser regidor del
PRI.
En
la misma línea, el PRI llevará en el segundo lugar de su planilla de candidatos
a regidores en Xalapa a Estela García, hija de Carlos García Méndez, ex rector
de la Universidad de Xalapa y ex secretario de Desarrollo Económico del
gobierno de Fidel Herrera Beltrán. Una completa desconocida para el priismo,
pero que cuenta con chequera abierta para meterle dinero a la campaña.
El
caso del PRI es paradigmático por lo decadente que resulta para este partido pelearse
por regidurías y no por las alcaldías, como antaño. Pero en los demás partidos,
el poder del dinero también es lo que está definiendo las decisiones en torno
de la postulación de candidatos a las presidencias municipales. Verbigracia,
David Velasco Chedraui en la coalición PAN-PRD, en donde les tuvo sin cuidado
que el empresario ni siquiera tuviera la delicadeza de renunciar primero a su
militancia priista.
Por
candidatos así, cuyo único atributo e interés es el dinero, Veracruz y el país
están hundidos.
Email:
aureliocontreras@gmail.com
Twitter:
@yeyocontreras
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