EL CANCERBERO DE TRUMP
Fotografía: Reuters |
La nueva crisis migrante en el sur de México
ha llevado al gobierno de Andrés Manuel López Obrador a caer a uno de sus
niveles más bajos de servilismo a los Estados Unidos, ante el pavor que le
provoca que el presidente de ese país, Donald Trump, la tome en su contra.
La actuación de la Guardia Nacional –que
hasta ahora para lo único que parece servir es para cazar a los migrantes
centroamericanos que intentan cruzar la frontera entre Guatemala y Chiapas-
este lunes a la altura del río Suchiate fue vergonzosa, violatoria de los
derechos humanos y de la propia tradición mexicana en su relación con el
fenómeno de la inmigración de personas.
Porque lo que sucedió no fue un día de campo
ni una invitación a respetar las leyes migratorias del país. Las fuerzas de
seguridad persiguieron y sometieron con violencia, usando incluso gases
lacrimógenos, a los numerosos migrantes que se internaron en estampida en
territorio mexicano con la intención de llegar a la frontera con los Estados
Unidos.
Ni en los años de los gobiernos más
autoritarios en México había sido una política oficial detener el flujo de
personas con toda la fuerza del Estado. Tuvo que llegar un régimen de supuesta
“izquierda” a realizar lo que eufemísticamente sus aduladores y defensores
oficiosos llaman “contención” de los migrantes, para trasladarlos a estaciones
desde donde serán deportados. Exactamente de la misma manera que lo hace la Patrulla
Fronteriza estadounidense, a la cual la Guardia Nacional ahora le hace el
trabajo sucio.
Incluso, el ex presidente de la mesa directiva de la Cámara de Diputados y
legislador federal por Morena, Porfirio Muñoz Ledo, calificó la actuación de la
Guardia Nacional como una “salvaje agresión” que violenta el artículo 11 de la
Constitución y los tratados internacionales suscritos por México, en
contradicción con los dichos del propio presidente, quien jura que no hubo
violación alguna de derechos humanos. Las imágenes lo desmienten.
Qué rápido se le olvidó al hoy presidente López
Obrador cuando desde la oposición, hace apenas un lustro, le exigía al gobierno
no hostigar y en cambio garantizar la libertad de tránsito de los migrantes
centroamericanos por el país. Como muchas otras de las bravuconerías que se ha
tenido que tragar.
Y mientras la Guardia Nacional, ese cuerpo
militarizado de seguridad con el que el gobierno federal dizque iba a devolver
la paz al país se ocupa de corretear y sojuzgar centroamericanos famélicos, en
todo México la violencia sigue desbordada. Solo este fin de semana un pueblo en
Chihuahua fue quemado entero por un comando de 150 sicarios, mientras que en
Guerrero un grupo de diez músicos fueron asesinados y sus cuerpos calcinados
por criminales de la zona.
Pero el gobierno lopezobradorista prefiere
jugar el triste papel de cancerbero de Trump que atender lo verdaderamente
importante. Por cierto, ¿alguien sabe si todavía vive en México un sacerdote de
nombre Alejandro Solalinde, que en el pasado defendía a los migrantes de los
abusos del gobierno?
La
fiscal, insostenible
Verónica Hernández Giadáns quedó
completamente insostenible como encargada de la Fiscalía General del Estado
luego de la aceptación que este martes hizo, durante su comparecencia ante
diputados del Congreso local, de su cercano parentesco con una integrante de un
grupo del narcotráfico que opera en el sur de Veracruz.
Porque aun cuando en efecto la familia no se
elige, como pretendió justificar, no solo cae en un conflicto de interés
monumental –si su prima hermana no es detenida, ¿quién les creerá que no la
protegen?-, sino que la misma presencia de Hernández Giadáns al frente de este
organismo se convierte en un problema de seguridad pública y hasta para su
propia persona, por las mismas razones.
No debe permanecer en el puesto. Nunca debió
llegar.
Fotografía: Congreso del Estado de Veracruz |
Email: aureliocontreras@gmail.com
Twitter: @yeyocontreras
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