APRENDIZ DE TIRANO
Fotografía: Germán Canseco/ Proceso |
Al cierre de la semana pasada, durante una gira
proselitista por Veracruz, el dirigente nacional del Movimiento de Regeneración
Nacional, Andrés Manuel López Obrador, dejó salir su yo más violento e
intolerante en contra no sólo del periodismo que no le es afín, sino también
del aquel que ose darle voz a sus adversarios o se atreva a hacerle el más
mínimo cuestionamiento, así haya sido y siga siendo incondicional de su causa.
“Voceros de la prensa inmunda” llamó López
Obrador a los medios y periodistas que lo cuestionaron acerca de los temas que
más lo incomodan recientemente: la corrupción de integrantes y candidatos de
Morena, personificada por la diputada local por Coatzacoalcos II Eva Cadena
Sandoval; y el apoyo abierto, público y manifiesto que el ala del SNTE afín a
Elba Esther Gordillo le brinda a la candidata de su mismo partido a la
gubernatura del Estado de México, Delfina Gómez.
Las respuestas de López Obrador a los
cuestionamientos periodísticos sobre las incongruencias manifiestas entre su
discurso de pureza de cuasisantidad y la praxis de la “real politik” en Morena son
de un autoritarismo absoluto, en el que no existe la menor autocrítica y acusa
en automático a quien lo cuestiona de ser “vocero de la mafia del poder”,
“vendido del gobierno de Peña Nieto (o de Yunes Linares)”, “traidor del pueblo”,
“calumniador” y toda una serie de epítetos plagados de los lugares comunes
favoritos de su retórica.
El diario El Universal y el periodista José
Cárdenas fueron blanco de estos acres señalamientos del dirigente nacional y
aspirante presidencial de Morena, mismos que fueron celebrados, reproducidos y
aumentados en su nivel de virulencia por muchos de sus seguidores, que
organizan linchamientos en redes sociales contra todo aquel que no le dé por su
lado a su líder.
Cualquier reportero que le haga una pregunta
incómoda o al menos dura –esencia y obligación del buen periodismo- a Andrés
Manuel, es tachado en automático de “vendido”. El propio López Obrador lo hizo personalmente
hace poco en Veracruz, cuando al principio de las campañas acusó, con total
ligereza, que en el estado “(Miguel Ángel) Yunes reparte mucho frijol con
gorgojo”, eufemismo que utiliza para señalar que alguien recibe sobornos, en
este caso, según él, del gobernador.
Pero lo que más llamó la atención es que ni
siquiera la periodista Carmen Aristegui, quien siempre ha sido cercana al
lopezobradorismo y le ha abierto espacio en sus micrófonos por años, se salvó
de las ofensas de Andrés Manuel. Éste le intentó dar línea sobre lo que debe
informar, le reprochó darle cobertura al “complot de Yunes” por el caso de los
videos de Eva Cadena recibiendo dinero y se salió de sus casillas cuando la
periodista tocó el tema del apoyo del grupo de Elba Esther Gordillo en el
Estado de México. “Sigue tu camino, Carmen, vas muy bien. Antes los más
abiertos periodistas, los más independientes, nos entrevistaban una vez al año
para pagar la cuota, ahora no. Benditas las redes sociales”.
Efectivamente. A través de las redes sociales
el lopezobradorismo ha encontrado el medio perfecto para contrarrestar las
críticas. Sólo que su “defensa” se ha basado en el insulto, la descalificación,
el linchamiento y hasta la calumnia hacia quienes se niegan a reducir su
trabajo como periodistas al de aplaudidores del líder.
Es preocupante que en el contexto de
violencia cada vez más generalizada contra los periodistas en México, un líder
de masas como Andrés Manuel López Obrador recurra a la violencia verbal contra
quienes simplemente hacen su trabajo en los medios de comunicación, sin querer darse
por enterado de la necesaria pluralidad editorial y de ideas que existe en los
mismos, que a su vez es reflejo de la que hay entre la propia sociedad. Ni todo
México es su seguidor, ni los periodistas tienen por qué aceptar sin mayor
cuestionamiento sus dichos y actos.
Lo más grave es que Andrés Manuel López
Obrador tiene amplias posibilidades de ganar la elección presidencial el año
que entra. Si como dirigente partidista insulta a los periodistas y hasta
intenta decirles qué sí y qué no deben publicar, ¿qué puede esperarse el
periodismo libre si llega a la Presidencia de la República?
Email: aureliocontreras@gmail.com
Twitter: @yeyocontreras
Si algo ha demostrado la detención de exjefa d pena de Duarte es que en Veracruz la prensa está maiceada. Y a José Cárdenas yo no lo llamaría periodista, sino aplaudidor del presidente, hasta pena da. Un buen periodista pregunta, no acusa, incluso Aristegui al entrevistar a personajes siniestros de la política mexicana nunca recurre al insulto, a la acusación,v pregunta y jamás la he escuchado que le duda a un entrevistado que es un mentiroso o un ladrón, aunque existan las pruebas.
ResponderEliminar¿Será que siga pensando lo mismo ahora, a la luz de la evidencia de lo que terminó siendo, de aprendiz a tirano desquiciado?
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