EL DERRUMBE DE UN GOBIERNO FRACASADO
Fotografía: Luis Ayala/ Fotojarocha |
Completamente
desprestigiado, acusado de corrupción, asolado por las deudas con todos los
sectores con los que tiene tratos y compromisos, el Gobierno del Estado de
Veracruz se derrumba, sin que nadie se compadezca de una suerte que, sin temor
a exagerar, las mismas autoridades se buscaron.
Como
nunca antes, varios de los más importantes empresarios del estado, entre ellos
Antonio Chedraui Mafud, dueño del consorcio empresarial Grupo Tony, se
manifestaron públicamente en contra de las maniobras legaloides por medio de
las cuales el gobierno de Javier Duarte de Ochoa busca trasladar los adeudos de
su sexenio a la administración que le sucederá en el poder, así como que se
regalen bienes que no son propiedad del gobernador, sino patrimonio de todos
los veracruzanos.
Los
empresarios recurrieron a la misma vía que el gobernador electo, Miguel Ángel
Yunes Linares, para hacer escuchar sus reclamos en el Altiplano: publicaron un
desplegado en medios nacionales dirigido al presidente Enrique Peña Nieto para
pedirle su intervención en Veracruz y parar de alguna manera el disparatado
desmantelamiento institucional que pretende realizar un gobernador en funciones
dolido, pero que aún sigue montado en una soberbia desquiciante.
El
que un sector como el empresarial, tradicionalmente “aliado” -y en múltiples
ocasiones, también cómplice- de las administraciones en turno en el estado de
Veracruz, se le “volteé al gobernador” y se oponga abiertamente a sus
decisiones, habla de cuán profundo es el hartazgo y de qué tamaño es el daño
que todavía se le quiere infringir a la entidad desde un gobierno derrotado,
que busca revancha.
Porque
varias de las acciones legales que promueve Javier Duarte para ser aprobadas en
el Congreso del Estado, además de la desesperada búsqueda de impunidad, tienen
el tufo de la venganza.
Venganza
enderezada en contra del grupo político de su más detestado rival, el que le
ganó las elecciones del 5 de junio, y al que le quiere impedir actos de
gobierno que llegan incluso al extremo de maniatar su derecho a contratar
personal burocrático.
Pero
sobre todo es una venganza hacia todos los veracruzanos. Los que le dijeron ya
basta y votaron en su contra, y en contra de todo lo que representa el
duartismo-fidelismo: la corrupción, el despilfarro, la frivolidad, el tráfico
de influencias, la inseguridad y un sinnúmero de males que aquejan a una
entidad agraviada enormemente.
Las
presiones de dentro y fuera lograron detener, al menos momentáneamente, los
nombramientos de Fiscal Especializado en Combate a la Corrupción y de
comisionado del Instituto Veracruzano de Acceso a la Información, así como la
donación del World Trade Center al Instituto de Pensiones del Estado. Pero
siguen latentes barbaridades como la basificación de miles de burócratas y el
traslado de recursos que deberían destinarse a obra pública para, en su lugar,
pagar los adeudos contraídos por la presente administración, incluidos los que
tiene con varios medios de comunicación.
Repudiado
por los electores veracruzanos, abandonado por su partido, desconocido por sus
antiguos aliados, el todavía gobernador Javier Duarte de Ochoa vive el peor fin
de sexenio del que se tenga memoria en el estado.
Y
todavía le quedan cinco meses.
Email:
aureliocontreras@gmail.com
Twitter:
@yeyocontreras
con obras faráonias y despilfarros como tambien esta sucediendo en Oaxaca con la diferencia de que aquí el gobernador le dijo sí al régimen totalitario, y hasta su casa blanca recibió.
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