ESCARMIENTO Y ADVERTENCIA
El
mensaje más claro que mandó el presidente Enrique Peña Nieto con la aprehensión
de la líder del magisterio Elba Esther Gordillo es que está de regreso ése muy
priista estilo de gobernar autoritario, que no admite resistencias ni
disentimiento, como el expresado por la profesora chiapaneca en contra de la
reforma educativa promovida por el Gobierno Federal.
Elba
Esther Gordillo no entendió o no quiso entender que a un presidente priista no
podría maniatarlo como hizo con los dos panistas que se le pusieron de tapete
durante 12 años, por complicidad en sus enjuagues y por el pavor que les
causaba el poder de “La Maestra”, que por esa razón recibió canonjías como
nunca antes en los dos sexenios que Acción Nacional estuvo en Los Pinos sin
saber qué hacer con el poder.
Para
su desgracia, los priistas sí saben para qué sirve el poder, y lo ejercen. Y
Peña Nieto le demostró, como alguna vez dijimos, que no está dispuesto a
compartirlo con nadie.
La
defenestrada dirigente pensó que no se atreverían a meterse con ella por temor
a una revuelta de maestros que paralizara la educación en México, “petate del
muerto” con el que asustó a Vicente Fox y a Felipe Calderón para que la dejaran
hacer lo que le viniera en gana.
Pero
no ha pasado nada. El Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación apenas
ha balbuceado unas tibias palabras de apoyo para su líder, pero no se ve que
vaya a pasar del apoyo moral. Los “profes” saben bien que, a como están las
cosas, en Los Pinos no se tentarán el corazón para aplastar cualquier intento
de asonada.
Además,
habrá elecciones en 14 estados este año, Veracruz entre ellos, y los maestros sentistas
no pondrán en riesgo sus candidaturas a diputaciones y alcaldías por lanzarse a
una aventura suicida con Elba Esther Gordillo, a quien desde ahora puede
decretársele su muerte política. Incluso, en el partido que fundó con recursos
del SNTE, Nueva Alianza, ya comenzaron a deslindarse de ella. Las traiciones apenas
comienzan.
Por
lo demás, sumado al escarmiento por sus amenazas y desplantes, la caída de Elba
Esther Gordillo es una advertencia para los otros poderes fácticos de este
país: se les acabó el carnaval. Una versión renovada del PRI más despótico es
la que tomó el poder y no va a admitir que nadie se le salga del huacal.
Porque
finalmente la desgracia de Elba Esther Gordillo no responde a un deseo de
justicia ni de respeto a la ley. Es simplemente demostrar quién manda y lo que
le puede pasar a quien se oponga a los designios del nuevo detentador de lo que
Enrique Krauze llamó la “Presidencia Imperial”. A los amigos, justicia y
gracia. A los enemigos, la ley a secas.
Twitter: @yeyocontreras
Comentarios
Publicar un comentario