DUARTISMO, MUERTO EN EL CONGRESO
Fotografía: Archivo |
Con todo y la infinidad
de gacetillas que insertaron en los medios de comunicación y entre sus
textoservidores, la bancada veracruzana del PRI en la Cámara de Diputados no
pudo ocultar la realidad de su peso político en el Altiplano: es nulo.
Los diputados federales
veracruzanos del PRI sólo obtuvieron dos presidencias de comisión en San
Lázaro. Y de ellos, solamente uno es perteneciente al círculo duartista.
Oswaldo Cházaro Montalvo,
quien fue nombrado presidente de la Comisión de Ganadería, no llegó a la Cámara
baja por intercesión del régimen estatal, sino por su calidad de dirigente
nacional del sector pecuario. No le debe su curul, y por ende tampoco su nuevo
encargo legislativo, al gobernador Javier Duarte de Ochoa.
El único duartista que
logró algo en el reparto de comisiones fue el favorito del mandatario estatal:
el diputado federal por Tuxpan, Alberto Silva Ramos. Y eso, porque fue lo único
que pidió Duarte como gobernador del PRI, espacio que le cedieron como una
concesión por la alta votación –“haiga sido como haiga sido”- que obtuvieron
los abanderados tricolores en Veracruz durante la última elección.
Sin embargo, lejos quedó
Silva de sus propias expectativas. Tras ser electo, anunció que buscaría
presidir la Comisión de Desarrollo Social. Después, bajó la perspectiva y dijo
que se conformaba con la de Recursos Hidráulicos. Al final, le dejaron la de
Población, que políticamente representa lo mismo que la bancada veracruzana
para el resto de sus compañeros de partido: nada.
Este trato no es
gratuito. Los escándalos protagonizados por el gobernador Javier Duarte de
Ochoa tienen hasta la coronilla a la cúpula priista, tanto en Los Pinos como en
la dirigencia nacional. Cuando no se trata de desvíos millonarios de recursos,
hay un periodista asesinado en la entidad, protestan los jubilados porque no
les pagan sus pensiones, o la Universidad Veracruzana tiene que cobrar a
periodicazos los adeudos de la administración estatal con la casa de estudios.
Ahora, se sumaron dos
factores que terminaron de llenarle el “buche de piedritas” a la nomenclatura
priista: por un lado, el protagonismo injustificado de Alberto Silva, quien
claramente pretendió desde un principio usar su curul como trampolín para sus
aspiraciones a contender por la candidatura a gobernador, para lo cual Javier
Duarte ordenó poner a su servicio a todos los diputados federales que le son
afines, que tuvieron que hacer el triste papel de “patiños” del político apodado
“El Cisne”.
Y por otro, el reciente
escándalo mediático y político conocido como el “Caña Gate”, el enfrentamiento
abierto de Javier Duarte con los senadores veracruzanos de su mismo partido,
José Francisco Yunes Zorrilla y Héctor Yunes Landa, a quienes pretende
descarrilar de la sucesión en su obsesión por colocar en la gubernatura a un
incondicional suyo que le cubra las espaldas al dejar el poder, condición que,
al menos en apariencia, cubriría, precisamente, Alberto Silva.
Esta situación causó gran
molestia en la cúpula priista, que operó para desarmar al duartismo. El “Caña
Gate” le valió a Javier Duarte una golpiza mediática en la Ciudad de México en
la que se nota la mano del dirigente nacional del PRI, Manlio Fabio Beltrones,
e incluso la del secretario de Hacienda Luis Videgaray, aliados políticos de
los senadores Yunes priistas.
Asimismo, en la Cámara de Diputados, el líder del Grupo Parlamentario tricolor, César Camacho Quiroz, evitó salir en defensa del gobernador Duarte, y cuando se le preguntó si lo avalaba como mandatario, su respuesta fue como una lápida política para el duartismo: “yo soy un testigo distante de la gestión de los gobernadores, creo que a los habitantes de cada estado es a quienes les consta y quienes tienen seguramente una opinión más acabada de lo que hacen sus gobernantes. Yo respaldo a las instituciones y a los gobernadores del PRI, pero cada uno al final, con la calidad de su gestión, va a ser quien construya el juicio que la población ha de tener al final de la administración de cada uno”.
El tiro de gracia para el duartismo se dio con los nombramientos del senador Fernando Yunes Márquez como presidente de la Comisión de Justicia de la Cámara alta, y de Miguel Ángel Yunes Linares al frente de la Comisión de Justicia en San Lázaro. Ambas designaciones contaron con el voto aprobatorio y unánime de los legisladores del Partido Revolucionario Institucional en ambas cámaras, a pesar de todo el show mediático, las denuncias y las cartas del “Cisne” y sus “patiños”.
El duartismo está políticamente muerto en el Congreso de la Unión. Y cava su tumba con vehemencia en Veracruz.
Email: aureliocontreras@gmail.com
Twitter: @yeyocontreras
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