INSEGURIDAD Y PERCEPCIONES "DIVINAS"


El crecimiento de la inseguridad en el estado de Veracruz es inocultable. Cada vez es más común enterarse de cualquier clase de hechos delictivos cerca de nuestro entorno, de nuestras familias y amistades.
Se está volviendo habitual que alguien sea robado, secuestrado o vejado. Pero para la clase en el poder es algo “normal”, como refirió el diputado y dueño una cadena de periódicos Eduardo Sánchez Macías, cuando fue cuestionado acerca del atraco al domicilio del corresponsal de Cuartoscuro en la entidad, Félix Márquez.
Sí, para ellos debe ser “normal” que otros sufran las consecuencias de su indolencia, del desamparo en el que se ha dejado a la población. Pareciera que el Gobierno del Estado está más preocupado por dar una “buena imagen” de oropel que por atacar el problema de raíz.
Se presume a los cuatro vientos que la policía estatal está capacitada y certificada, y resulta que sus elementos se involucran en los delitos que deberían combatir. Y quien osa alzar la voz para denunciar lo que sucede es inmediatamente injuriado desde las estructuras del poder, cuyo único empeño es que “se hable bien de Veracruz” como consigna.
¡Qué más quisiéramos que hablar bien de todo lo que sucede en Veracruz! Pero resulta que la realidad es una, ahí está, terca en contradecir la versión oficial de un estado de gracia, virtud y prosperidad.
Ocultando la realidad, ésta no va a cambiar ni a convertirse en lo que desde una oficina de comunicación social se dicta decir en los medios que controla a través de exiguos convenios “publicitarios”, y que por esa misma razón han dejado de tener credibilidad y son cada vez menos consumidos.
Esta percepción no es sólo de un servidor. En su boletín dominical del pasado 2 de febrero, la Arquidiócesis de Xalapa, en voz de su director de Comunicación Social José Juan Sánchez Jácome, tocó el tema de manera directa: “En muchos casos la percepción de los ciudadanos respecto al clima de violencia difiere mucho de los pronunciamientos oficiales y no simplemente por la psicosis que se puede crear o por los falsos rumores de gente irresponsable, sino por los casos de inseguridad que enfrentan todos los días”.
“La sociedad tiene que convencerse de que se está actuando con determinación y no sólo para proteger la imagen. Reconocer oficialmente los hechos delictivos no debilita al gobernante, sino que lo muestra como un líder sensible y comprometido. El imperativo, pues, para un gobernante tiene que ser la protección de la sociedad, más que la protección de la propia imagen”. Más claro, ni el agua.
La respuesta “no oficial” la dio al día siguiente Guillermo Trujillo Álvarez, quien se ostenta como presidente de la Red Evangélica del Estado de Veracruz y es visto muy seguido en palacio de gobierno, merodeando las oficinas de altos funcionarios a quienes visita para hacer “gestiones”.
En un comunicado, Trujillo dijo que “hay que señalar los aciertos, por lo que creemos que la seguridad ha mejorado mucho y que el gobierno ha tomado el control. Ya basta de hablar mal de la entidad, es momento de hablar bien de Veracruz, de promover Veracruz para que nos sigan visitando y dando a conocer lo más valioso que tiene el estado que es su gente” (sic).
La moraleja es que no entendieron nada ni lo entenderán nunca. Ni cómo ayudarles.

Twitter: @yeyocontreras

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