VERACRUZ, LA BARBARIE
Disculparán
los lectores el tono de la columna de hoy. La rabia y la impotencia, así como
el dolor, me impiden tomar la debida distancia del tema que, de último momento,
he debido abordar.
A
la caída de la tarde de este miércoles 16 de agosto, me he enterado del
fallecimiento del querido doctor Manuel Téllez Martínez. “Manolo”, para su
círculo cercano. Pero no fue una muerte natural, por enfermedad, o por alguna
clase de accidente.
El
doctor Téllez perdió la vida luego de varios días dando la batalla en un
hospital de Xalapa, tras haber sido brutalmente golpeado por un grupo de
miserables delincuentes, de esos que las autoridades no ven que hacen y
deshacen a placer.
Como
la mayoría de los habitantes de las ciudades del estado de Veracruz, Manuel
Téllez era un hombre de bien, un profesional de su trabajo como oftalmólogo, un
amoroso padre de familia y un amigo leal. Su muerte, como tantas que se
acumulan día con día en la entidad, además de cruel, es gigantescamente
injusta, indignante.
Tan
injusta e indignante como todas las que provoca la absoluta libertad con que
los criminales se han apoderado de las calles y los caminos de este estado,
asolado no solamente por los malparidos a quienes la vida de los demás no les
importa un cacahuate, sino también por la complicidad y la estulticia de
quienes dicen que gobiernan Veracruz, a su capital, Xalapa. Y al resto de la
entidad. Nadie se salva.
Porque
hoy perdió la vida el doctor Téllez. Hace nueve meses, en las narices de todas
las ineptas e indolentes autoridades, de todos los niveles, fue asesinada con
saña la maestra Guadalupe Mora, en el corazón de la capital de Veracruz. En el
ínter, han sido sacrificadas decenas más de vidas. De forma salvaje. Cobarde. Y
sobre todo, impune.
La
barbarie se apodera de las vidas de todos los veracruzanos mientras los
gobernantes viven en otra realidad. Una en la que el gobernador niega lo que
está pasando y ocupa tiempo, dinero y esfuerzo por “heredarle” el cargo a uno
de sus hijos; una en la que el fiscal general “sufre” porque ha subido cinco
kilos de peso desde que tomó posesión de su oficina; una en la que el
secretario de Seguridad Pública, simple y llanamente, no sirve para una triste chingada.
¿De
qué carajo sirve que los domingos se reúna el gobernador con las fuerzas
armadas para establecer estrategias, si la vida diaria de las personas está
dominada por el miedo, la violencia y la muerte? ¿Cómo pensar siquiera en que
nuestros hijos puedan salir a la calle sin tener zozobra por su regreso a casa?
El
tiempo de las promesas de que todo iba a mejorar ha quedado atrás, y exhibida
su falsedad. Las autoridades de todos los niveles están obligadas a darle una
respuesta, contundente, real, a los ciudadanos veracruzanos, que ya no podemos
continuar viviendo de esta manera, en medio de un luto permanente por la
pérdida de gente buena.
La
disyuntiva es clara. Y así como se les exigió a sus antecesores se les exige
ahora a las autoridades en funciones: si no pueden con el paquete, si les ha
quedado demasiado grande el encargo de gobernar Veracruz, váyanse de una buena
vez.
Email:
aureliocontreras@gmail.com
Twitter:
@yeyocontreras
No hay que dejar que cobre visos de
ResponderEliminarnaturalidad y legalidad, LA BARBARIE.
En efecto, si no pueden, si no quieren, que renuncien.