UN PAÍS SIN LEY

Los recientes hechos criminales que han cimbrado a México y consternado a la opinión pública nacional e internacional no dejan lugar a dudas de la descomposición institucional y social por la que atraviesa nuestra nación.
Más allá de que al final no fueron de los estudiantes normalistas desaparecidos los cuerpos encontrados en las primeras fosas clandestinas descubiertas en Iguala, Guerrero, en los días pasados, eso no quita que hay verdaderas historias de horror enterradas bajo el suelo en varias regiones del país, y que la poblacin ﷽﷽﷽﷽﷽﷽﷽﷽meras fosas encontradara historia denormalistas desaparecidos los cuerpos encontrados en las primeras fosas encontradaón se encuentra indefensa ante actos que no son otra cosa que terrorismo de Estado.
Porque no puede calificarse de otra manera que sea la misma policía la que secuestre y desaparezca a la población. Es inconcebible que las autoridades como el prófugo alcalde de Iguala, José Luis Abarca, estén a las órdenes de los narcotraficantes y como si nada se den a la fuga con el “permiso” del Cabildo. Y lo peor, que todos saben dónde está. Su hija Afar, que vive en Cuernavaca, no ha dejado de dar pistas en las redes sociales.
El fracaso de la estrategia de seguridad del gobierno de Enrique Peña Nieto está siendo desnudado en toda su magnitud. Mientras en Guerrero la policía ataca, desaparece y asesina personas, en Tamaulipas las bandas criminales ejecutan sin problema a activistas de redes sociales, como es el caso de María del Rosario Fuentes Rubio, quien reportaba situaciones de riesgo por violencia en la ciudad de Reynosa; en Puebla, las manifestaciones de descontento son reprimidas por órdenes del gobierno estatal con consecuencias trágicas; y en Veracruz, en tanto, la inseguridad reflejada en secuestros, homicidios y asaltos escala, y las autoridades prefieren minimizarla con “ocurrencias” que sólo ofenden la inteligencia y el dolor de la población que la ha sufrido.
La ineficacia del Gobierno de la República para devolver la tranquilidad al país, la colusión de las autoridades estatales y municipales con los grupos delictivos, por obra u omisión, está desvaneciendo la imagen de ensueño que se pretendió vender a los inversionistas extranjeros con las reformas estructurales. Sin certeza sobre la seguridad, difícilmente vendrán al país las empresas con las que el gobierno cuenta para hacerse de recursos.
Lo que los tecnócratas que gobiernan México no han entendido es que con el nivel de impunidad y corrupción que siguen imperando en el país es imposible pensar en transformaciones reales, de fondo, simplemente porque de ahí proviene la podredumbre que carcome las entrañas de esta nación. Si no se empieza por ahí, por sanear todas las estructuras y cuerpos de seguridad y procuración de justicia, por castigar a quienes cometan delitos, desde el más ínfimo hasta el peor crimen, no tendremos remedio, ni esperanza.
El problema es, como me lo dijo la tarde de ayer un chofer de taxi, que México es un país sin ley.

Acuse de recibo

Más vale ser "chachalaca agorera", que centavero succionador muerdealmohadas.


Twitter: @yeyocontreras

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